El cuadro «El tres de mayo de 1808» (1814) de Francisco Goya no solo es una obra de arte, sino una ventana al horror y la tragedia. En él, presenciamos la brutal ejecución de civiles por parte de las tropas francesas, así como el terror palpable de aquellos que saben que serán los siguientes.
En este artículo, vamos a explorar esta obra de Goya en profundidad, desentrañando su significado e impacto en la historia del arte. Analizaremos la composición, el simbolismo y la técnica empleada por el artista para transmitir un poderoso mensaje sobre la guerra y la libertad.
Resumen del pintor: ¿Quién fue Francisco de Goya?
Francisco José de Goya y Lucientes, conocido simplemente como Francisco de Goya, nació en Fuendetodos, Aragón, el 30 de marzo de 1746. A la temprana edad de 14 años, inició sus estudios artísticos bajo la tutela de José Luzán, para luego perfeccionarse con Anton Raphael Mengs, un destacado precursor del neoclasicismo. Goya falleció el 16 de abril de 1828, dejando un legado como uno de los artistas españoles más reconocidos de todos los tiempos.
En 1774, Goya comenzó su carrera artística pintando caricaturas para la Real Fábrica de Tapices. Su talento lo llevó a ser nombrado pintor de cámara de Carlos III en 1786, y posteriormente, en 1799, alcanzó el puesto de primer pintor de la corte bajo el reinado de Carlos IV. Goya no solo es reconocido como uno de los grandes maestros de la pintura española, sino también como un precursor del arte moderno, abriendo camino a las nuevas corrientes artísticas del siglo XIX.
Si bien Goya se basó en los principios de la pintura tradicional, su estilo se caracterizó por un uso más expresivo del color y la pincelada, y por abordar temas más subjetivos y personales.
¿Qué representa el 3 de mayo de 1808 de Goya?
El Tres de Mayo de 1808, junto a su obra hermana El Dos de Mayo de 1808, ambas pertenecientes a la colección de Goya y pintadas en 1814, son consideradas pinturas «atemporales». A pesar de ello, estas obras no se olvidan de su contexto histórico, transmitiendo y retratando eventos relevantes de la guerra que marcaron a España.
A continuación, veremos un análisis integral de la pintura «El tres de mayo de 1808» de Goya. Comenzaremos con un análisis contextual, situando la obra en su época y desentrañando los eventos que la inspiraron. Posteriormente, nos vamos a sumergir en un análisis formal, examinando de cerca el tema, el enfoque estilístico y la técnica empleada por el artista.
Artista | Francisco de Goya |
Fecha pintada | 1814 |
Medio | Óleo sobre lienzo |
Género | Pintura de historia |
Período / Movimiento | Romanticismo |
Dimensiones | 268 x 347 centímetros |
Series / Versiones | Parte de la pintura complementaria El dos de mayo de 1808 (1814) |
¿Dónde se aloja? | Museo Nacional del Prado, Madrid, España |
Precio | Según los precios de otras obras de arte de Francisco Goya vendidas, su valor estimado es de varios millones de dólares |
Análisis contextual: una breve visión sociohistórica
Para entender mejor la pintura del 3 de Mayo de 1808 de Goya, es fundamental situarla en el contexto del Romanticismo, movimiento artístico que dominó entre finales del siglo XVIII y la década de 1830. Esta época se caracterizó por la exaltación de la emoción, la individualidad y la libertad, aspectos que se reflejan claramente en la obra de Goya.
Surgió como una reacción contra el Neoclasicismo. Los artistas románticos rechazaron las rígidas reglas y la idealización del pasado que caracterizaban al Neoclasicismo, buscando una mayor libertad de expresión y una representación más realista de la realidad.
El Romanticismo se caracterizó por la búsqueda de una expresión más profunda y subjetiva de la vida, incluyendo eventos sociales y políticos. Este movimiento combinó diversas facetas que lo definieron como un nuevo estilo artístico: la búsqueda de una nueva expresión y libertad, la conexión con emociones inherentes, y la exploración de temas que abarcaban desde la veneración de la naturaleza hasta las ideas de justicia, nacionalidad y diversos acontecimientos.
Los acontecimientos históricos retratados por Goya
La Guerra de la Independencia española se desarrolló entre 1808 y 1814. Enfrentó a España, Portugal y Gran Bretaña contra el Imperio francés de Napoleón Bonaparte. Las tropas napoleónicas invadieron España en 1808, destronando a la monarquía española y colocando en el trono a José Bonaparte, hermano de Napoleón.
En 1807, Napoleón invadió Portugal para cortar su comercio con Gran Bretaña. Para llegar a Portugal, sus tropas cruzaron España, pero en lugar de retirarse tras conquistar Portugal, Napoleón también invadió España. Esto provocó la rebelión del pueblo español contra los franceses, dando inicio a la Guerra de la Independencia Española.
A pesar de los numerosos levantamientos del pueblo español contra la ocupación francesa, la superioridad militar de las tropas napoleónicas sofocó cualquier intento de rebelión. Los españoles que lucharon por su libertad y su país fueron brutalmente reprimidos y ejecutados por los franceses.
El 2 de mayo de 1808, el pueblo de Madrid se levantó contra la ocupación francesa en el Palacio Real. La rebelión se extendió por la ciudad, pero las tropas francesas la reprimieron brutalmente, causando numerosas bajas. Este trágico evento se inmortalizó en la obra de Francisco Goya «El dos de mayo de 1808 (La carga de los mamelucos)».
El comandante francés Murat, tras la revuelta del 2 de mayo, ordenó la ejecución de todos los prisioneros que portaban armas. Justificó la masacre diciendo: «La población de Madrid se ha rebelado y derramado sangre francesa. ¡Exige venganza! Todos los capturados con armas en mano serán fusilados».
Estos acontecimientos tuvieron lugar al día siguiente, el tres de mayo, que es lo que se representa en el cuadro «Tres de Mayo de 1808» de Goya.
Aunque este es un resumen breve de los complejos eventos que rodearon las invasiones napoleónicas y su eventual derrota, es importante recordar el contexto en el que el pintor español Goya creó «El tres de mayo de 1808» y su complemento «El dos de mayo de 1808», ambas obras de gran significado.
Descifrando el 3 de mayo de 1808 : Análisis formal de la obra
«El tres de mayo de 1808», de Francisco de Goya, es considerada una de las «primeras» pinturas modernas por su temática y técnica. A diferencia de las pinturas de historia de la época, que se centraban en héroes y eventos gloriosos, Goya plasma una escena cruda y emotiva de la Guerra de la Independencia Española. La composición, la luz y la expresividad de los personajes convierten a esta obra en una denuncia del horror de la guerra y un símbolo de la lucha por la libertad.
Tema que representa la obra de Goya
En «El tres de mayo de 1808», Goya nos presenta una escena nocturna, o tal vez al alba, donde un cielo oscuro como la noche se cierne sobre la brutal masacre que se desarrolla en la tierra.
Si miramos de cerca, hay cuatro grupos distintivos de personas que componen la composición.
En el lado derecho de la composición, las tropas francesas, con más de seis hombres de espaldas al espectador, forman una línea ordenada. Sus rostros son indistinguibles, solo se ven sus rifles apuntando al grupo de hombres frente a ellos, listos para disparar.
Primer plano de El tercero de mayo de 1808 (1814) de Francisco de Goya; Francisco de Goya, Dominio público, vía Wikimedia Commons
En el lado izquierdo, un grupo de hombres, condenados a muerte, se enfrenta a su destino. La figura principal, a punto de ser ejecutada, se arrodilla en la arena con los brazos extendidos en un gesto de completa rendición. Viste una camisa blanca y pantalones beige.
Los hombres miran directamente a los soldados, con una mezcla de miedo y resignación en sus ojos y bocas. Aceptan su destino con temor, pero sin perder la dignidad.
A la derecha del hombre arrodillado (izquierda del espectador), un grupo de figuras espera su ejecución. A diferencia de la valentía del protagonista, estos hombres están llenos de miedo. Sus expresiones faciales lo delatan: algunos incluso se tapan la cara con las manos.
Un hombre, a la derecha del protagonista (izquierda del espectador), mira a los soldados, creando una conexión con las demás figuras. Sus ojos abiertos y su cabeza ligeramente inclinada hacia arriba reflejan un miedo paralizante. A su lado, otro hombre arrodillado, con la mirada baja, toma su mano en un gesto de apoyo y consuelo.
A la derecha del hombre que mira a los soldados, en primer plano, se amontonan varios cadáveres. Uno de ellos yace boca arriba con los brazos extendidos, creando una imagen cruda y brutal de la muerte.
Un charco de sangre, producto de las ejecuciones, se extiende inevitablemente por el suelo, intensificando el dramatismo de la escena.
A la izquierda del protagonista, otro grupo de hombres espera su ejecución. Sus rostros reflejan el terror y la angustia del momento. El hombre al frente alza ambas manos para cubrir su rostro, en un gesto de desesperación ante la muerte inminente.
A la derecha del hombre que se tapa el rostro, otra figura se encoge de miedo con las manos en la boca. Junto a él, un fraile observa la escena. La fila de prisioneros se extiende hasta el fondo, donde un gran edificio con una torre se alza en la distancia. Un grupo de personas con antorchas se reúne cerca del edificio, creando un aura de misterio y tensión. Los shakos de los soldados, como sombreros que bordean la escena, bloquean nuestra vista del resto de los prisioneros, concentrando nuestra atención en el drama que se desarrolla en primer plano.
El entorno es crucial en la obra. Goya no presenta un fondo complejo, sino que utiliza la oscuridad y la ausencia de detalles para crear una atmósfera de tensión y suspense.
El entorno es simple y austero, compuesto principalmente por un edificio al fondo. Una colina amontonada en el primer plano a la derecha actúa como paredón de fusilamiento, creando una atmósfera claustrofóbica y opresiva. La crudeza del escenario realza la brutalidad del fusilamiento.
La colina en primer plano no solo actúa como paredón de fusilamiento, sino que también enmarca la escena, dirigiendo nuestra atención hacia las figuras centrales.
Una linterna cuadrada, ubicada estratégicamente entre los soldados y los condenados, ilumina la parte inferior izquierda de la composición. La luz destaca la figura central, similar a Cristo, intensificando el dramatismo del momento y creando un halo de tragedia. Los soldados, por otro lado, se encuentran en la oscuridad, ocultando sus rostros.
Color y luz
En «El tres de mayo de 1808», Goya utiliza magistralmente el claroscuro para crear un contraste dramático entre la luz y la oscuridad. La luz ilumina a las víctimas, destacando su sufrimiento y vulnerabilidad, mientras que la oscuridad envuelve a los verdugos, ocultando sus rostros y acentuando su crueldad. La paleta de colores, compuesta por tonos terrosos y neutros, intensifica la atmósfera de tragedia y horror.
La paleta se caracteriza por tonos claros, como el beige de los pantalones de la figura central y el verde claro de la figura a su derecha. El rojo de la sangre, aunque presente, no es demasiado brillante, creando un área de color dramática sin ser excesivo. Esta elección de colores tenues, junto con la técnica del claroscuro, contribuye a la atmósfera sombría y realista de la obra.
Las áreas oscuras que rodean la escena central se intensifican por la luz de la linterna, que parece ser la única fuente de luz en la composición. Esta luz ilumina los colores más claros, como el beige y el verde claro, y resalta el blanco crudo de la camisa de la figura central, convirtiéndola en el único color «brillante» en contraste con los demás tonos neutros.
También vemos la transición de la luz a la oscuridad en el suelo.
Al observar el primer plano, podemos apreciar cómo los rayos de luz de la linterna en el suelo generan una serie de rayas de sombras. Goya las plasma con maestría, creando una línea divisoria casi tangible entre las víctimas y los soldados. Esta separación no solo física, sino también simbólica, acentúa la dicotomía entre la inocencia y la brutalidad, la vida y la muerte, que se desarrolla en la escena.
La luz y el color se convierten en herramientas para el simbolismo en la obra. Los condenados se encuentran bajo la luz de la linterna, iluminando sus rostros y mostrando su vulnerabilidad. La luz actúa como símbolo de esperanza y humanidad. En contraste, los soldados se encuentran en la oscuridad, ocultando sus rostros y simbolizando la crueldad y la inhumanidad del acto que están a punto de cometer.
Los soldados, ocultos en la oscuridad, carecen de identidad, siendo meros instrumentos de crueldad. En contraste, las víctimas iluminadas tienen rostros y expresiones reales que reflejan su sufrimiento. Sin contexto histórico, los soldados se reducen a símbolos de brutalidad y opresión.
Pinceladas y texturas
En la obra «El tres de mayo de 1808» de Goya, la pincelada se hace evidente, especialmente en las áreas iluminadas por la linterna. Un ejemplo notable es la colina detrás de los condenados, donde la textura rugosa de la pincelada crea una textura fina y vívida.
La técnica de Goya se aprecia en el suelo de la obra, donde las pinceladas sueltas y libres crean una textura más rica y vibrante. Esta textura contrasta con la precisión de los detalles en otras áreas, como los rostros de las víctimas.
La utilización de pinceladas sueltas y expresivas no se limita al suelo. Observamos esta técnica en detalles como el cabello castaño de la figura central y la ropa de los condenados, que parecen más descuidadas y menos definidas que la ropa del soldado, pintada con pinceladas más finas.
Perspectiva que utilizó Goya en el cuadro
En «El tres de mayo de 1808» de Goya, la perspectiva y la profundidad se logran a través de varios elementos. El tamaño de las figuras y los edificios decrece gradualmente hacia el fondo, creando una sensación de profundidad.
Las figuras en primer plano, como los condenados y el soldado con la linterna, se presentan en mayor tamaño y detalle, captando la atención del espectador. La disposición de la multitud en diagonal también contribuye a la sensación de profundidad, dirigiendo la mirada hacia el punto focal de la escena.
En «El tres de mayo de 1808» de Goya, la disposición de las figuras juega un papel fundamental en la creación de la perspectiva y la profundidad. Las figuras se superponen, incluso en el grupo de cadáveres, creando una sensación de espacio y profundidad. Sin embargo, también hay una fuerte linealidad, especialmente en diagonal, que dirige la mirada del espectador hacia el punto focal de la escena: el hombre con los brazos extendidos en un gesto de súplica.
Las líneas diagonales son creadas por los soldados a la derecha.
Los rifles de los soldados forman una fuerte línea horizontal que dirige la mirada del espectador hacia el personaje central a punto de ser fusilado. Este personaje, con los brazos en alto, crea una forma de «V» que se repite en el hombre muerto en primer plano, cuyos brazos forman una «V» invertida en el suelo.
En «El tres de mayo de 1808» de Goya, las sombras no solo crean una atmósfera dramática, sino que también aportan profundidad. La línea divisoria entre luz y oscuridad dirige la mirada hacia el hombre con los brazos en alto.
Goya también usa el color para indicar profundidad. Las figuras del fondo, en la oscuridad, son más borrosas y menos definidas, mientras que las del primer plano, iluminadas, se presentan con mayor detalle y colorido. Esta gradación tonal crea una sensación de perspectiva, haciendo que el fondo parezca más lejano y el primer plano más inmediato.
Esto también se destaca por lo que se describe como «líneas de contorno», vemos estos contornos delineando las formas de los soldados, dando a sus figuras más definición.
El simbolismo del tres de mayo de 1808
La figura central de «El tres de mayo de 1808» de Goya posee un simbolismo religioso evidente. Sus brazos extendidos y la marca en su mano derecha evocan la imagen de Cristo crucificado y sus estigmas. Esta similitud convierte al hombre anónimo en un símbolo del pueblo español, víctima inocente de la violencia.
Al igual que Cristo, el pueblo español sufre un calvario de dolor. La pintura se convierte en un alegato contra la guerra y una llamada a la acción, implorando la intervención divina para aliviar el sufrimiento.
La figura central de «El tres de mayo de 1808» de Goya representa un símbolo de sacrificio. Se sacrifica por su país, no como un Mesías bíblico, sino como un simple español que lucha por la libertad. Goya le da al hombre común la oportunidad de ser un héroe, un mártir y un salvador. La pintura también presenta conexiones con historias bíblicas, como la de Cristo arrestado por los romanos con antorchas y linternas.
Goya: El héroe de la antiguerra
El análisis de «El tres de mayo de 1808» de Goya revela su maestría artística y su mensaje de denuncia contra la violencia. La pintura, considerada pionera del arte moderno, también exalta la dignidad nacional y el respeto por la historia. Se dice que Goya fue quien propuso al gobierno español la creación de dos obras sobre los hechos del 2 y 3 de mayo, recibiendo el encargo para ambas.
La influencia de «El tres de mayo de 1808» de Goya se extiende a obras posteriores como «La ejecución del emperador Maximiliano» de Manet y «Guernica» y «Masacre en Corea» de Picasso. Estas pinturas comparten un tema común: la denuncia de la violencia y la brutalidad de la guerra. Goya sentó un precedente al utilizar el arte como herramienta de crítica social y política, inspirando a otros artistas a seguir su ejemplo.
También vemos artistas contemporáneos encontrando resonancia con el tema de Goya, tomándolo prestado como referencia a sus propias experiencias. Por ejemplo, el Artista pop El tres de mayo después de Goya (1970) de Robert Ballagh describe temas similares para crear conciencia sobre la masacre que tuvo lugar en Derry, Irlanda, durante 1969, también conocida como Domingo Sangriento.
El legado de «El tres de mayo de 1808» de Goya:
La obra de Goya no solo impactó a artistas de su época, sino que sigue resonando en el presente. Ejemplo de ello es «El tres de mayo después de Goya» de Robert Ballagh, que reinterpreta la escena para denunciar la masacre del Domingo Sangriento en Derry, Irlanda.
Las dos pinturas de Goya sobre el 2 y 3 de mayo de 1808 expusieron al mundo las injusticias de la guerra. «El tres de mayo» marcó un antes y un después en el arte, inspirando a otros artistas a expresar su propia crítica ante los horrores de la guerra y la violencia.
En definitiva, Goya no solo retrató una época turbulenta, sino que sentó un precedente para el arte como herramienta de denuncia social y política, un legado que sigue vivo en el arte contemporáneo.
Preguntas Frecuentes
¿Quién pintó El tres de mayo de 1808 (1814)?
El Tres de Mayo de 1808″ (1814) es una obra del pintor español Francisco de Goya. Nacido en marzo de 1746 y fallecido en abril de 1828, Goya es una figura destacada del Romanticismo en el arte, especialmente durante el siglo XIX.
¿De qué trata la pintura del Tres de Mayo de 1808 (1814) de Goya?
«El tres de mayo de 1808» (1814) de Francisco Goya se sitúa durante la Guerra de la Independencia, cuando Napoleón Bonaparte invadió España y Portugal. La obra representa la masacre ocurrida en Madrid el tres de mayo de 1808, donde soldados franceses ejecutaron a los revolucionarios españoles que se alzaron contra ellos. Esta ejecución fue ordenada como represalia por la revuelta del dos de mayo, en la cual los españoles se levantaron contra el dominio francés. La pintura ilustra de manera impactante la cruda realidad de la guerra y las vidas perdidas a causa de las ejecuciones indiscriminadas.
¿Qué simboliza la pintura del Tres de Mayo de 1808 (1814) de Goya?
«El Tres de Mayo de 1808» (1814) de Francisco Goya ha sido interpretado como un símbolo del martirio. La figura en camisa blanca, con los brazos extendidos, evoca la imagen de la crucifixión de Jesucristo y, en última instancia, su ejecución por soldados romanos. Sin embargo, en la composición de Goya, esta figura representa a un hombre común siendo ejecutado por soldados franceses, mostrando su disposición a morir por su país y su libertad.
¿Dónde puedo ver el Tres de Mayo de 1808 (1814) de Goya?
Puedes ver El tres de mayo de 1808 (1814) de Goya en el Museo del Prado de Madrid, España. La pintura se encuentra en la sala 36, dedicada a la pintura española del siglo XIX.